Los pacientes necesitan programas de rehabilitación para mitigar las secuelas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el accidente cerebro vascular ACV es la primera causa de discapacidad en adultos a nivel mundial1. En Colombia, representa la tercera causa de mortalidad con 27 muertes por cada 100.000 habitantes, según datos del sistema de información territorial de accidente cerebrovascular (SITAC) de la Universidad de los Andes2.
De acuerdo con la doctora Sandra Castellar, médica especialista en medicina física y rehabilitación y actualmente profesora del Departamento de medicina física y rehabilitación de la facultad de medicina de la Universidad Nacional de Colombia, el accidente cerebrovascular (ACV) o derrame cerebral, como es popularmente conocido, es un síndrome clínico que se caracteriza por síntomas y signos de alteración de la función cerebral de más de 24 horas de duración y su origen es vascular.
Existen 2 tipos de ACV, según explica la doctora Castellar, “los accidentes cerebrovasculares se clasifican como isquémicos y hemorrágicos. Los ACV isquémicos se producen cuando existe una obstrucción de los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Los ACV hemorrágicos son causados por la ruptura de un vaso sanguíneo generando una hemorragia cerebral».
La doctora Castellar refiere que “para disminuir el riesgo de padecer un ACV, es relevante concientizar a los pacientes y realizar los cambios pertinentes sobre los factores de riesgo modificables que pueden provocarlo, como son el estrés, el tabaquismo, el sobrepeso, el sedentarismo, una dieta no saludable, el mal control de la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, entre otros”.
Las personas que han sufrido un ACV requieren un tratamiento oportuno para disminuir el riesgo de muerte, complicaciones y mitigar las secuelas que pueda provocar. «La rehabilitación es una parte fundamental del tratamiento para recuperar la funcionalidad y mejorar la calidad de vida», refiere la doctora Castellar.
Vivir con las secuelas de ACV
Las secuelas que tendrá una persona que sufrió un derrame cerebral dependen del tipo y extensión de la lesión, área del cerebro que fue afectada, entre otros. Entre los daños más comunes están: déficit motor permanente, alteraciones en el habla, fallas en la memoria, dolor crónico, dependencia funcional en algún grado y un aumento desproporcionado de la contracción muscular de forma involuntaria, llamada espasticidad.
La espasticidad puede conllevar a que las articulaciones mantengan una posición en flexión permanente, las manos estén siempre cerradas, la pierna más rígida y el pie se desvíe al caminar, causando incomodidad y dolor. Entre el 30 – 40 por ciento de los pacientes que han sido diagnosticados con un ACV tendrán alguna secuela motora grave, de estos, solo el 6 por ciento tiene una recuperación completa de la movilidad3.
De acuerdo con la doctora Castellar, la espasticidad impacta directamente en la calidad de vida de las personas que han sufrido un ACV, afectando la movilidad, provocando mayores limitaciones en la funcionalidad, el confort, la autoestima, el humor e incluso el sueño. «Los pacientes sufren consecuencias físicas y emocionales en el día a día a causa de la espasticidad. Además de tener un gasto energético aumentado, dolor, mayor riesgo de caídas y afectación económica directa considerando que se requiere tratamiento, citas médicas y, en muchas ocasiones, la necesidad de un cuidador que les asista en actividades de autocuidado y movilidad», explica.
Los impactos de la falta de rehabilitación
La doctora Castellar refiere que la rehabilitación de estos pacientes varía según las limitaciones funcionales y el tiempo transcurrido después del evento. Entre las intervenciones más comunes se encuentran las sesiones de fisioterapia, terapia ocupacional, fonoaudiología, psicología, neuropsicología, prescripción de férulas, ayudas de soporte para la marcha, sillas de ruedas, medicamentos, ejercicio supervisado, entre otras.
Actualmente, en Colombia, existe una brecha de tiempo importante entre la salida del hospital de una persona que ha sufrido un ACV y el inicio o la continuidad de las intervenciones en rehabilitación de manera ambulatoria.
«Se debe incentivar la continuidad de la rehabilitación del paciente después del alta hospitalaria, y es necesario crear una estrategia de rehabilitación y educar al paciente y a su familia de ejercicios que pueden realizar en casa. Esto conllevará a una mayor estimulación funcional, autonomía y compromiso del paciente y su familia en el proceso de rehabilitación», dice la doctora Castellar.
La falta de intervenciones en rehabilitación de una persona después de un ACV puede ser perjudicial para la persona y su familia. “Las secuelas permanentes pueden ser más grandes y la dependencia de un cuidador puede ser mayor si no se realizan intervenciones oportunas”, cuenta la doctora Castellar.
Rehabilitación en tiempos de Covid-19
Con relación a la rehabilitación de las personas que ha sufrido un ACV en el contexto de la pandemia, la doctora Castellar refiere: “Se han realizado esfuerzos para garantizar que las personas que han sufrido un ACV realicen los programas de rehabilitación a pesar de la emergencia sanitaria, es así como, se han creado múltiples estrategias desde telerehabilitación y autorehabilitación guiada. Estas estrategias permiten dar continuidad a los programas rehabilitadores sin exponer a los pacientes o a sus familiares a contagios por el coronavirus SARS-CoV-2”.
Si requiere más información o una consulta particular, por favor consulte a la Dra. Sandra Castellar:
Pbx: 744 7107
[email protected]
CIFEL, Av. Calle 26 # 69C-03, Torre B piso 6
Bogotá, Colombia
Referencias
- WHO: Stroke-1989. Recommendatios on stroke prevention, diagnosis, and therapy. Reposrt of the WHO Task Force on Stroke and Other Cerebrovascular Disorders. Stroke 20:1407-1431, 19889.
- Sistema de información territorial en accidente cerebrovascular (SITAC), disponible en https://sitac.uniandes.academy
- Arias Cuadrado A. Rehabilitación del ACV: evaluación, pronóstico y tratamiento. Galicia Clin 2009; 70 (3): 25-40
Código: AV-VAR-VAR-J118-2021-Vig.JUN2023-VAR