El estudio de la relación entre el cerebro, el sueño y la epilepsia es crucial para comprender mejor cómo se interrelacionan los procesos fisiológicos y neurológicos que afectan a los pacientes. Aproximadamente un tercio de las personas que padecen epilepsia experimentan crisis durante el sueño, y hasta el 55% de los pacientes reportan trastornos del sueño asociados con esta condición. Este vínculo entre ambos fenómenos no solo es una preocupación clínica, sino que también ofrece una oportunidad de intervención en el tratamiento de las crisis y en la mejora de la calidad de vida de los pacientes. De hecho, entre el 12% y el 20% de las crisis epilépticas ocurren durante la noche, lo que interfiere considerablemente en el descanso de los pacientes, creando un ciclo vicioso en el que la epilepsia interrumpe el sueño y, a su vez, el sueño deficiente puede desencadenar o empeorar las crisis.

En este contexto, surge la pregunta: ¿el sueño tiene un impacto directo en la epilepsia, o es simplemente una coincidencia temporal? A través de la investigación se ha demostrado que existen implicaciones profundas en la relación entre el sueño y las crisis epilépticas. Este tema es objeto de numerosos estudios clínicos y neurofisiológicos, que buscan establecer estrategias de manejo y tratamiento que beneficien tanto al control de las crisis como a la calidad del sueño de los pacientes.

Es importante contar con una comprensión clara de los términos utilizados en este ámbito para evitar malentendidos y facilitar la comunicación entre profesionales de la salud y pacientes. En primer lugar, la epilepsia es una condición neurológica crónica caracterizada por crisis recurrentes debido a actividad eléctrica anormal en el cerebro, lo que puede tener consecuencias devastadoras a nivel neurobiológico, cognitivo, psicológico y social. Las crisis son episodios repentinos de disfunción neurológica que ocurren cuando hay una sobrecarga eléctrica en el cerebro, lo que puede manifestarse como convulsiones o alteraciones en el estado de conciencia.
Las convulsiones son movimientos musculares involuntarios y violentos que generalmente afectan a los músculos estriados del cuerpo, pero pueden tener múltiples causas, no todas relacionadas con la epilepsia. Por otro lado, el EEG (electroencefalograma) es una herramienta diagnóstica esencial en la evaluación de la epilepsia, ya que permite detectar las anomalías en la actividad eléctrica cerebral.

En cuanto al sueño, este es un estado neuroconductual recurrente y reversible de desconexión perceptiva relativa, durante el cual la capacidad de respuesta al entorno disminuye. Los trastornos del sueño, como la somnolencia (incapacidad para mantenerse despierto y alerta), el insomnio (dificultad persistente para iniciar o mantener el sueño) y el sonambulismo (comportamiento complejo durante el sueño) son comunes tanto en personas con epilepsia como en la población general. La narcolepsia, un trastorno caracterizado por episodios de somnolencia excesiva durante el día, también está relacionado con trastornos del sueño y puede coexistir con la epilepsia en algunos pacientes.
El sueño y sus tipos
El sueño es un proceso fisiológico complejo con componentes claves que son esenciales para el buen funcionamiento del organismo. A nivel fisiológico, el sueño tiene importantes funciones de recuperación muscular, regulación neuroendocrina, regulación inmunológica y regulación del metabolismo. Durante el sueño, los sistemas del cuerpo se restablecen, lo que permite al cerebro consolidar recuerdos, regular hormonas y fortalecer el sistema inmunológico.
Durante este tipo de sueño, la frecuencia cardíaca y la respiración se reducen, promoviendo un estado de descanso profundo. Por otro lado, el sueño REM, que constituye el 25% del total, se caracteriza por un EEG de bajo voltaje, pero de alta frecuencia, y es el período donde ocurren los sueños más vívidos. Durante el sueño REM, la frecuencia cardíaca y respiratoria se elevan, y se observan fenómenos como el bruxismo o la erección en hombres.

Clasificación de la epilepsia
La epilepsia se clasifica en diversos tipos según su origen y la manera en que afecta al cerebro. Existen dos grandes categorías: la epilepsia focal y la epilepsia generalizada. Las crisis focales pueden presentarse con o sin pérdida de conciencia y pueden extenderse a otras áreas del cerebro, mientras que las crisis generalizadas involucran ambos hemisferios cerebrales desde su inicio. Dentro de las crisis generalizadas, las más comunes son las crisis tónico-clónicas, donde el paciente experimenta una rigidez muscular seguida de sacudidas musculares rítmicas, que son clásicas en las crisis epilépticas.
Relación e implicaciones del sueño en la epilepsia La relación entre el sueño y la epilepsia es más compleja de lo que se podría pensar a simple vista. En los pacientes con epilepsia, las crisis epilépticas pueden ser desencadenadas o exacerbadas por trastornos del sueño, mientras que la propia epilepsia puede alterar los patrones de sueño. De hecho, se ha encontrado que las descargas epileptiformes interictales (las alteraciones eléctricas que ocurren en el cerebro entre una crisis y otra) son más frecuentes en las fases de sueño No REM, especialmente en la primera hora del sueño, lo que sugiere una interacción directa entre los trastornos del sueño y las crisis. Además, algunas áreas del cerebro, como el tálamo, juegan un papel crucial en la regulación tanto del sueño como de las crisis, lo que implica que un mal funcionamiento en estas áreas podría aumentar la frecuencia de las crisis nocturnas.

Existen diversos factores que pueden influir en esta interacción, incluyendo el alcohol, los trastornos del sueño como la apnea del sueño, y las comorbilidades asociadas como la depresión o el estrés. Además, patrones como el ciclo ultradiano (que dura entre 1 y 24 horas) y el ciclo circadiano (de 24 horas) también influyen en la aparición de crisis. En algunos casos, los cronotipos (la tendencia natural del cuerpo a ser más activo en ciertas horas del día) pueden afectar la prevalencia de las crisis, ya que los pacientes con epilepsia pueden tener una mayor probabilidad de experimentar crisis en momentos específicos del día.

Recomendaciones para mejorar la calidad del sueño en pacientes con epilepsia
Para los pacientes con epilepsia, es fundamental adoptar hábitos de sueño que promuevan un descanso adecuado y, al mismo tiempo, ayuden en el control de las crisis. Algunas de las recomendaciones más importantes incluyen:
1. Mantener un horario regular para dormir, lo que ayuda a regular el ciclo circadiano y a reducir la probabilidad de crisis.
2. Crear un ambiente propicio para dormir, asegurándose de que la habitación sea tranquila, oscura y libre de ruidos o distracciones.
3. Evitar el consumo de alimentos y bebidas estimulantes antes de dormir, como la cafeína, que pueden alterar el sueño.
4. Realizar actividad física regular para mejorar la calidad del sueño, pero sin ejercitarse en las horas cercanas a la hora de dormir.
5. Limitar las siestas diurnas, ya que dormir durante el día puede alterar el ciclo de sueño nocturno y aumentar la probabilidad de crisis.
6. Practicar cronoterapia y/o seguir los horarios de medicación prescritos por el médico para optimizar el control de las crisis.
La relación entre la epilepsia y el sueño es compleja y multifacética, y afecta tanto a los procesos neurobiológicos como a la calidad de vida de los pacientes. La epilepsia interrumpe el sueño, y un sueño deficiente puede, a su vez, aumentar la probabilidad de crisis. Sin embargo, al adoptar medidas de higiene del sueño y seguir las recomendaciones médicas adecuadas, es posible mejorar tanto el control de las crisis como la calidad del sueño, lo que resulta en una mejor calidad de vida para los pacientes.
Recuerda que cada caso es único. Si presentas síntomas relacionados con epilepsia o trastornos del sueño, es fundamental que consultes con tu médico para recibir una evaluación profesional y personalizada. Tu salud cerebral merece atención especializada.
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Referencias:
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